Dedicar tiempo a sembrar tus propias semillas puede ofrecer grandes recompensas a los jardineros ávidos. Tienes la oportunidad de controlar todos los aspectos del crecimiento, desde la selección de las luces de cultivo, la elección de una mezcla de arranque de semillas y la decisión de qué fertilizante utilizar.
Es imprescindible optimizar el agua, el oxígeno y la luz/calor para garantizar el éxito de la germinación. Investigar el tipo de suelo, la temperatura interior y las técnicas de riego adecuadas son sólo algunas de las formas de aumentar las posibilidades de éxito. Una vez que domines el proceso de germinación de semillas, verás por qué es una experiencia divertida y gratificante y por qué vale la pena tomarse el tiempo necesario para hacerlo
Formas de Mejorar y Acelerar la Germinación
Con algunos consejos y técnicas, es posible acelerar y mejorar el proceso de germinación. Antes que nada, el agua tiene que penetrar en la cubierta de la semilla para que ésta empiece a desarrollarse y se convierta en una planta; esta capa protectora ayuda a la semilla a permanecer latente hasta que encuentre las condiciones adecuadas para empezar a crecer.
1. Escarificación
La escarificación es un paso importante en el proceso de germinación, ya que permite que el agua penetre en la cubierta de la semilla, lo que provoca su división y germinación. Cuando esto ocurre de forma natural, la semilla puede quedar expuesta a la lluvia o a la arena y las rocas durante su viaje a distintas partes del suelo.
Alterno a esto, organismos como algunos pájaros pueden comer una semilla y marcharse de nuevo sin digerir su comida, liberándola más lejos de donde la encontraron junto con cambios químicos que habrán roto la dura capa exterior. Otra forma de escarificación es gracias a la humedad; cuando una semilla se expone al agua durante el tiempo suficiente, su estructura se debilita, creando la oportunidad perfecta para la germinación.
La Escarificación Mecánica
La escarificación mecánica puede ser un poco complicada cuando se trata de semillas pequeñas, pero es mucho más fácil cuando se trata de semillas grandes, sobre todo si sólo vas a plantar unas pocas. Si alguna vez has cultivado capuchinas, seguramente habrás visto indicaciones para limar suavemente la superficie de la semilla antes de plantarla.
Pero a otras semillas más grandes también les viene bien: las de calabaza, pepino, guisantes, judías y melón son buenas candidatas para un ligero raspado. Una forma de hacerlo es utilizar una lima de cartón o presionar las púas de un tenedor contra ellas hasta que se desgasten.
Un método aún más sencillo es aprovechar el poder del cortaúñas y hacer un pequeño corte en el extremo, sin necesidad de ejercer una presión excesiva, sólo lo suficiente para alterar ligeramente la superficie sin destruirla.
2. Asegúrate de Hacer el Primer Riego con Jabón
Sembrar las semillas en tierra es una buena forma de introducirlas en el mundo fuera de su entorno de germinación. Pero antes de sembrar esas semillas, a los jardineros cuidadosos a menudo se les dice que humedezcan la mezcla de arranque de semillas – y lo que podría sorprenderte es que no es sólo agua.
Los expertos recomiendan añadir a la mezcla unas gotas de detergente líquido para vajilla; esto no sólo da al líquido un impulso extra para romper la cubierta de las semillas, sino que también evita que se forme tierra hidrófoba alrededor de ellas una vez plantadas. El más mínimo toque de jabón puede marcar la diferencia a la hora de preparar tus semillas para el éxito.
Para empezar sin ensuciar, primero añade un poco de mezcla inicial a las macetas y, a continuación, rocía la parte superior con agua jabonosa. Después, empapa lenta y uniformemente toda la zona con una regadera llena de agua jabonosa.
Esto ayuda a romper la tensión superficial y garantiza que el agua penetre en toda la mezcla. Ahora ya puedes plantar las semillas y cubrirlas con la tierra adecuada para cada tipo de semilla. Vuelve a rociar esta nueva capa de tierra con agua jabonosa. Pulverizar de esta forma también ayuda a escarificar las semillas pequeñas sin arrancarlas de raíz.
3. Peróxido de Hidrógeno
Si quieres dar a tus semillas un empujón extra a la hora de plantarlas y cuidarlas, hazte con una botella de agua oxigenada. Es el ingrediente secreto por el que apuestan los jardineros. Deja las semillas en remojo toda la noche en una solución de una cucharada de peróxido de hidrógeno al 3% por taza de agua tibia y verás cómo cobran vida con raíces fuertes y un gran índice de germinación. Y lo mejor es que puedes conseguir una botella de peróxido de hidrógeno barata en el supermercado.
Este proceso de dos pasos descompone la cubierta de la semilla y oxigena el agua, suministrando un elemento esencial para una germinación satisfactoria: el oxígeno. Al crear un entorno aeróbico, ayuda a las semillas a convertir los nutrientes almacenados en energía para el crecimiento.
Para añadir peróxido de hidrógeno al agua, combina ambos en un recipiente en una proporción de ¼ de taza de peróxido de hidrógeno al 1-3% por cada dos tazas de agua. Deja las semillas en remojo durante 30 minutos y guárdalas toda la noche en agua, etiquetando las semillas si utilizas una cubitera.
4. Uso de Agua Caliente
También puedes romper la cubierta de las semillas sumergiéndolas en agua caliente. Esto ayudará a acelerar la germinación, pero también puede reducir el porcentaje de germinación. Por lo tanto, si quieres que tus semillas germinen más rápido, el tratamiento con agua caliente es una buena opción. Pero ten en cuenta que puede no ser tan eficaz como el peróxido de hidrógeno.
5. Recuerda Cubrir las Macetas para Mantener la Tierra Húmeda
Mantener la tierra húmeda es esencial para la germinación, pero puede ser difícil de recordar cuando tienes muchas macetas con semillas recién plantadas. No te preocupes: hay una forma sencilla de evitar que la tierra se seque, puedes cubrir las macetas con plástico, papel encerado o papel de periódico viejo para crear un efecto de mini-invernadero.
Así mantendrás la humedad y evitarás que las plantas se sequen antes de que hayan tenido tiempo de fortalecerse. Cuando hayan brotado, retira la cubierta para que la tierra pueda respirar bien. No pierdas de vista estas pequeñas plántulas, ya que la falta de humedad puede acabar rápidamente con ellas.
Tanto el calor como la luz son necesarios para una germinación sana de las semillas. El calor es un poco más importante que la luz, porque sin las condiciones térmicas adecuadas, ninguna semilla empezará a crecer aunque reciba algo de luz. Dicho esto, si tienes tanto luz como calor, tus pequeñas y tiernas plántulas brotarán de la tierra en un abrir y cerrar de ojos. Pero vigílalas, demasiada luz y calor pueden causar problemas a tus brotes. Hazlo bien y estarás listo para celebrar el éxito de tu jardín.
6. No confíes en las Ventanas
Si quieres cultivar semillas en casa, depender de la ventana para obtener luz y calor no siempre es la mejor idea. La mayoría de nosotros no tenemos ventanas que reciban suficiente luz y calor durante el tiempo adecuado para una germinación máxima. Por eso es muy importante invertir en unas buenas luces de cultivo. Con ellas, puedes controlar la temperatura y asegurarte de que tus plantas reciben suficiente luz, dos factores importantes para que las plántulas crezcan con éxito.
Los consejos tradicionales nos animan a elegir luces azules y moradas para el crecimiento temprano de las plántulas, y esta idea tiene cierto mérito. Pero resulta que las plantas utilizan todo el espectro de luz disponible. Esto significa que no tienes que preocuparte de cambiar las luces después de que tus brotes despeguen. Si buscas luces de cultivo duraderas, las luces de espectro completo son la mejor opción.
Ofrecen una opción más fiable y rentable que imita al sol y proporciona a tus plantas una nutrición óptima durante todo su ciclo de vida, tanto en la fase inicial de crecimiento como una vez trasplantadas a un jardín exterior.
7. Olvídate de la Nevera
Olvídate de la parte superior de tu nevera; si te tomas en serio la germinación de semillas, tienes que invertir en unas luces led de cultivo. No sólo los frigoríficos más nuevos ya no se calientan en la parte superior, sino que la tierra caliente es crucial para una germinación adecuada. Por eso es importante encontrar una forma eficaz de mantener constante la temperatura de la tierra.
Las luces led de crecimiento de plantas, eliminan todos los tecnicismos de la ecuación: están diseñadas para ser fáciles de usar y proporcionan una fuente de calor constante para calentar el compost o la tierra directamente debajo de ellas. Además, algunas semillas necesitan temperaturas más elevadas para tener más éxito: a los pimientos, por ejemplo, les gusta que la temperatura de la tierra ronde los 26-29 grados (celsius). Así que olvídate de utilizar la parte superior del frigorífico y opta directamente por algo más fiable.
8. Trata de Plantar más Semillas de las que Necesitas
Plantar más semillas de las que necesitas es un ejercicio de autocuidado en jardinería. Hay tantas variables que pueden suceder entre el momento en que plantas tus preciosas semillitas y el momento en que algo crece y se yergue orgulloso en tu jardín. Riego frecuente, sol implacable… ¡puede pasar cualquier cosa!
Así que ahórrate disgustos y empieza a plantar dos, tres o cuatro semillas en cada compartimento. Tendrás muchas más posibilidades de obtener al menos una cosecha de ese compartimento lleno, en lugar de tener una sola plántula que se las arregle sola contra toda una alineación de hortalizas. Unas poquitas más nos ayudarán a superar las enmiendas del huerto y nos darán una dulce recompensa el día de la cosecha
Si quiere asegurarse de tener las plántulas que necesita cuando las traslade al exterior, plante más semillas. Al fin y al cabo, siempre es mejor tener demasiadas que muy pocas. Y no te preocupes por el desperdicio; la mayoría de las semillas seguirán siendo viables durante varios años, así que si no utilizas todo lo que has plantado, ¡no te preocupes! Sin duda, es una opción mejor que tener un paquete de promesas vacías unas cuantas temporadas después.
9. Estratificación en Frío
Una forma de dar a las semillas esta ola de baja temperatura, es poniéndolas en un lugar frío, como en un frigorífico. En el caso del ajo, las cabezas que ya están en el frigorífico no brotarán si las dejas allí, pero si estás listo para la temporada de siembra y tu frigorífico ya está lleno de cabezas de ajo, lo único que tienes que hacer es guardarlas en el frigorífico durante más tiempo, ya que es necesario un periodo de enfriamiento para la germinación de determinadas especies.
En cuanto al almacenamiento, busca lugares frescos y húmedos, donde la temperatura sea siempre estable, sin heladas ni sofocantes olas de calor. La estratificación en frío puede no parecer gran cosa a primera vista, pero puede marcar la diferencia a la hora de crear el jardín de tus sueños.
Los horticultores tienen la suerte de su lado: la mayoría de las semillas de hortalizas no necesitan estratificación en frío para crecer. Sin embargo, los que cultivan hierbas y flores a partir de semillas pueden encontrarse con algunas especies que lo necesitan para germinar.
Para Obtener los Mejores Resultados
Al empezar un jardín o cultivar nuevas plantas, quieres obtener los mejores resultados después de invertir tanto tiempo, energía y dinero. Por eso es beneficioso poner la baraja a tu favor cuando se trata de la germinación. Hay un montón de consejos y trucos que los cultivadores experimentados han descubierto a base de prueba y error y que pueden ayudarte a conseguir excelentes resultados.
Desde cambiar la tierra que utilizas hasta ajustar tus técnicas de riego, no hay escasez de estrategias que puedas utilizar para maximizar tu éxito. Cuanto antes empieces a ser creativo con tus métodos, más rápido empezarás a ver los increíbles resultados que deseas
Conclusión
¿Es necesario hacer todo esto?
No te sientas obligado a invertir en todo lo que recomiendan los profesionales si no quieres. Seguro que hay cosas como la mezcla de tierra o las bandejas que pueden facilitar el proceso y ayudar a que tus semillas se pongan en el camino correcto más rápido de lo que normalmente lo hace la naturaleza.
Pero no son absolutamente necesarios si prefieres sentarte y dejar que la naturaleza haga lo que tiene que hacer. Las semillas son poderosas; todo lo que necesitan es un poco de agua, aire y luz, y ya están en marcha. Si no tienes prisa, no hace falta que juegues con ciclos ni termómetros: brotarán cuando estén listas.
Aunque acelerar la germinación para crear un bonito jardín puede que sólo te ahorre unos pocos días a lo largo de la temporada de cultivo, sin duda puede ser divertido probar diferentes técnicas y ver si funcionan. Tanto si eres impaciente por naturaleza como si necesitas ayuda con semillas que tienen un bajo índice de germinación, existen algunos consejos ingeniosos para acelerar el proceso.
Centrarse en métodos que te hagan la vida un poco más fácil siempre es una ventaja, pero debes saber cuándo elegir la sugerencia que mejor se adapte a ti y a tu situación. Al fin y al cabo, sacar esos plantones de la tierra lo antes posible siempre es satisfactorio.